El mundo está en desequilibrio, se incrementan los desiertos, se ven tormentas por doquier, desaparecen las especies; hay guerras y rumores de guerras, se han perdido los valores morales, ¿Quedará hombre sobre la tierra?; los científicos se preocupan por el Apocalipsis.

   Hay una balanza que no se ve, no está a la vista pública; pero está ahí, siempre estuvo ahí. Imagínense una balanza: En su lado derecho se puso el amor de Dios, en el izquierdo se puso el amor propio, esa es nuestra balanza espiritual. El hombre natural está en desequilibrio. Se incrementan las desolaciones; cada vez son más difíciles los problemas; desaparecen los humanos y el socorro y la esperanza fueron quitadas. Muchos tormentos le esperan al sér creado; porque han engordado su amor propio, y han hecho descender al Divino, abominaron al Salvador.

    Un gran mal hemos hecho en toda la tierra, grande y terrible. Angustias del Seól me rodearon, y cuerdas de muertes me atemorizaron. Mi alma sucumbió en un mar de tristeza y me deshice en llanto hasta nunca acabar. Mi alma descendía por el abismo hacía el nunca jamás, y mi memoria se iba a la tierra del olvido. De repente, el Señor se levantó de gran trono de gloria y salió de su santo templo, y tocó alarma de combate. Inmediatamente, salieron los ángeles y corrieron, formando en línea de batalla. Y vino un ángel fuerte llamado Miguel, y dijo: “Seguidme”. Y el ejército de ángeles se adentró en las tinieblas de afuera.

   Mientras yo me perdía, alguien bañado en sangre que yo no conocía, me agarró de la mano y me aló hacía arriba, y me dijo: “Ven, sube acá, tus pecados te son perdonados y tu culpa ha sido quitada. Levántate de los muertos y vive eternamente; el Rey te ha salvado, se ha quitado la vida y ha muerto, y ha resucitado tres días después. El tiene autoridad para quitarse la vida y volvérsela a dar, pues, El es el dador de la vida y el autor y consumador de la salvación.”

   Por las Palabras del Ángel que me hablaba, me vino espíritu de vida y fortaleció mis huesos,  carne subió sobre mis huesos, y se cubrió con pellejo alrededor, y resucité. Mi vida se equilibró como una balanza: En su plato derecho estaba el amor del Padre que es en Cristo Jesús Señor nuestro, y en el plato izquierdo estaba mi amor propio y mi amor hacía el prójimo; de tal manera, que los dos platos tenían el mismo peso y la balanza estaba en equilibrio.

   Y mientras yo salía de mi tumba, Miguel y su ejército luchaban ferozmente contra los malos. Y el mal fue derrotado y la muerte arrestada. Entonces, vi. como las tinieblas de afuera se disipaban; y llego el día, y con el día vino la paz como en los tiempos antiguos. Mis ojos miraban la tierra, se veía muy bella, con colores vivos, como si hubiera sido renovada.

(Apocalipsis 12: 7-10)

  7- Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban Cintra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló lugar para ellos en el cielo.

9- Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

10-  Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche

   El que me habló, estaba vestido de lino fino resplandeciente, sentado a la Diestra del Padre, y vi que sus faldas llenaban toda la tierra; y tenía una corona de oro sobre su cabeza, su rostro resplandecía como el sol, y su lengua era una espada aguda de doble filo. Era como cordero inmolado, lleno de gloria, honra y honor; y en su frente estaba escrito un nombre que nadie podía leer. En su mano tenía un librito que nadie podía abrir, y le seguían las multitudes, millones de millones.

  Después de todas estas cosas, vi un cielo nuevo y una nueva tierra que se habían ya establecido; y una bella ciudad," La Nueva Jerusalén", ataviada como una novia desposada. Entonces, mi lamento se convirtió en baile y mi miedo se transformó en temor de Jehová, porque la muerte había sido quitada para siempre, Y dije: Tengo motivos suficientes para darte gracias ¡OH!, ¡Dios, por toda la eternidad!

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