A la verdad el deseo innato de todo el mundo es vivir. ¿Quién quiere morirse?, está pasando por un mal momento; ¿Quién quiere pasarla mal?, está loco. Por supuesto que nadie, ni aún los que viven sin la esperanza salvadora. Todos poseemos un instinto de supervivencia, el cual nos fuerza a vivir a toda costa. Este instinto se basa en la esperanza de vida que Dios puso en el corazón de la criatura el dίa de su creación. Perder esta esperanza de vida o instinto de supervivencia es la tortura más espantosa, es como el mismo infierno, no es soportable y por eso muchos se han suicidado, esperando mejorar en el más allá. Pero la mejorίa no está en el morir; sino en el vivir. Y la única manera de vivir es vivir eternamente; y para vivir eternamente, tienes que ser salvo de la muerte eterna.

  Y hablando de muerte eterna; hay, en realidad, dos universos; uno material y el otro inmaterial. En el material, tenemos el mundo de los terrícolas; en el inmaterial, tenemos los mundos de los espíritus, uno bueno y otro malo. La Biblia le llama tres cielos: el mundo, el abismo y el paraίso. El primero es temporal, será fundido con fuego y no será más; los otros dos permanecerán. Hay una pregunta que te tienes que hacer, nadie te la va a hacer, es tu vida y tu única responsabilidad: ¿Dónde me quiero quedar a vivir? 
Y la razón es que tu alma es eterna, no puede dejar de existir, pues es un pedazo de Dios. De manera que cuando salgas de la tierra, seguirás existiendo. La cuestión aquí radica en qué condiciones vas a existir.

  La muerte sólo significa "SEPARACIÓN DE DIOS". El que muere sin que Cristo le haya salvado de "LA IRA VENIDERA" queda separado de Dios por la eternidad. No considerar la salvación del alma en esta dispensación, es un suicidio, es decir, Dios lo ve como que desechó la vida eterna la cual es Cristo y pisoteó la sangre del Cordero inmaculado. Por eso muere sin perdón ni misericordia.

  Ya nadie muere por sus pecados. Gracias a Dios, quien prometió que no iba a anegar más la tierra con las aguas del diluvio; ahora el hombre natural muere por haber rechazado al Salvador, Jesucristo y por haber creído inútil su santo sacrificio en la Cruz del Calvario.

  El hombre natural no tiene justificación, no le puede decir a Dios que no sabía, porque nadie se lo dijo. Dios ya se lo manifestó por medio de lo visible (lo que se ve a nuestro alrededor), es decir, por medio de lo que se ve en la naturaleza(Romanos 19-20).

  La aptitud del hombre es conducirse con independencia de Dios, le han enseñado a no ser un autómata por el hecho de que tiene libre albedrío. La palabra exacta para calificar esta idea esESTÚPIDO. No existe la independencia de Dios, no se puede hacer nada sin él (Juan 15:5), él lo controla todo con su Santo Espíritu, ésta es su casa, el estrado de sus pies, él es el dueño de todo y nosotros sólo somos unos agregados. Hacer lo que a uno le da la gana en casa ajena es una falta de respecto hacia el Creador. Sin embargo, la mayorίa de la gente anda tratando de sacarse adelante, esforzándose por salvarse a sί mismo. Escucha, torpe, estúpido de la mente optusa, el perdón de las ofensas, es para tu propio bien. ¿Cómo te vas a poder salvar a ti mismo; si ya estás muerto(a) en tus delitos y pecados? Todo el que ha pecado, yace muerto en la tumba de su propia vida. El pecado produce la muerte inmediatamente (Romanos 6:23). Asίque el que ha pecado ya ha muerto y nadie puede morir dos veces. 

  "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio". (Hebreos 9:27).

  Entonces, ¿Cómo un muerto se puede salvar a sί mismo de su propia muerte? Ni siquiera los ángeles de Dios que son perfectos te pueden sacar de la tumba a la vida. Asί que, déjate de andar por los contornos del cementerio y reconoce que te hace falta un Salvador, el dador de la vida, el autor y consumador de la fe, Jesucristo.

(Hebreos 12: 2 y 3). 

2- Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumidor de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
3- Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.